La obra, que representa en un magistral y colorido collage la cara de un cantaor flamenco, se une así a la imponente pinacoteca del certamen que ya cuenta entre otras con creaciones de Tapies, Chillida, Barceló, Canogar, Saura, Valdés, Chirino, Gordillo, Lucas y tantos otros grandes artistas contemporáneos.
El acto estuvo presidido por el Presidente de la Asamblea Regional e Hijo Predilecto de La Unión, Francisco Celdrán, y por el Alcalde de La Unión y Presidente Ejecutivo de la Fundación Cante de las Minas, Francisco Bernabé, quien en su alocución, tras agradecer la donación pictórica de Eduardo Arroyo, desveló la concesión de dos nuevos Castilletes de Oro que se van a otorgar durante el Festival y que se suman a los ya anunciados de Pablo Berger, Juan Mari Arzak, Juan Ramón Lucas y Enrique Ponce.
Los nuevos Castilletes recaerán en la bailaora Eva “La Yerbabuena”, sin duda alguna una de las más importantes figuras del baile flamenco y que está causando sensación en su vuelta a los escenarios tras su reciente maternidad, y a la figura del Cristo de los Mineros al conmemorarse su centenario en este año de 2013 y estar tan íntimamente ligado a las esencias mineras y flamencas de La Unión. Ambos acuerdos han sido adoptados por unanimidad de las tres administraciones que componen el Patronato de la Fundación.
Entre los asistentes al acto se encontraban los concejales de la corporación municipal del Ayuntamiento de La Unión, el Director General de Industrias Culturales y de las Artes, Juan Antonio Lorca, el Rector de la Universidad Politécnica de Cartagena, José Antonio Franco y los diputados regionales Juan Antonio Sánchez-Castañol y Domingo Segado. También ha estado presente el Hermano Mayor del Cristo del Resucitado de Cartagena, Tomás Martínez, así como miembros de las Agrupaciones de La Unión y Cartagena.
Tras la presentación del cartel ha tenido lugar la esperada actuación del cantaor Ricardo Fernández del Moral, Lámpara Minera 2012, en su primera actuación en nuestra tierra desde el pasado verano. Ante el numeroso público que abarrotaba el Patio de las Comarcas de la Asamblea Regional, Fernández del Moral ha sacado a relucir su magisterio jondo y ha interpretado de forma sublime, entre los aplausos y vítores de los presentes, un repertorio encabezado por minera y taranta, arrancándose seguidamente por soleá, alegrías y fandangos.
Eduardo Arroyo
Pintor, escultor y escenógrafo nacido en Madrid en 1937 que está considerado como uno de los principales representantes españoles del estilo figurativo vinculado al ‘pop-art’. Premio Nacional de Artes Plásticas en 1982 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en el 2000, sus obras cuelgan en los más reputados museos españoles. Sus primeros coqueteos con la pintura los hizo como caricaturista en París, en 1957. Tres años después ya vivía de la pintura, oficio que simultaneó con el de escribir, su primera vocación, que prosigue a día de hoy. En sus inicios optó por un estilo figurativo que más tarde derivó en una técnica de colorido vivo y pincelada más lisa, más propia del ‘pop art’. ParaEduardo Arroyo es incansable, para él no existe la relajación. Es inquieto, nervioso, obsesivo y algo distraído. Le han etiquetado de reaccionario y es doblemente rebelde en realidad, ya que desmitifica a los grandes maestros y defiende el papel del mercado como protector y termómetro del arte, frente a la red de museos e influencias sufragada con el dinero público.
Arroyo, es autor de grandes lienzos, como 'Carmen Amaya asa sardinas en el Waldorf Astoria' que se expone en el Museo Reina Sofía de Madrid y 'Velázquez, mi padre'. Así como, ‘Caballero español’ donde ridiculiza y reinterpreta los tópicos españoles con toques surrealistas.
Su actividad como escenógrafo, faceta en la que es reclamado por su creatividad, arrancó con el cineasta Klaus Grüber, y tuvo uno de sus hitos en 1982 con ‘La vida es sueño’, de Calderón de la Barca, bajo la dirección de José Luis Gómez.
Se trata de un artista de relevancia internacional, cuyos orígenes maternos provienen de nuestra Región, siendo los paternos de la zona minera de León. Allí pasa todos los veranos porque, asegura, es un terreno particular, extraño y apasionante que le ha interesado desde niño.
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